martes, febrero 11, 2014

BELUBA LUBA

La biblioteca Beluba Luba Furendei se encuentra en Livingston, una hermosa península en la zona de Izabal, Guatemala.


Beluba Luba significa "Entra en la casa del aprendizaje" en garifuna, la lengua que habla una de las etnias que vive aquí. La biblioteca la dirige un interesante personaje, de esos especímenes que ya, por desgracia, no existen, Ivan, un hombre que ha dedicado muchos años de su vida a este proyecto. Levantar una biblioteca en este pequeño y completamente aislado pueblecito.


Livingston es una península que como tal está rodeada de agua por tres partes y la cuarta cercada por la selva, por lo cual se comporta como una isla. El único medio para llegar a ella es por barco, unas lanchas que vienen y van durante todo el día a modo de autobús. 

Nada mas subirme a la lancha fui feliz, de nuevo en el mar, rodeada de agua y con un calor insoportable, como debe ser. Yo en mi salsa. El que estaba a mi lado se quejaba abanicándose mientras yo no podía ser más feliz. Él no daba crédito.

La isla rodeada de palmeras idílicas y rodeada por una larguísima playa. Sabía que me iba a gustar.


Ivan me recoge en el muelle de Livingston, un tipo excéntrico, pensé, pero muy interesante. El pueblo, como todos los costeros, me recordó mucho a Menorca cuando era pequeña, salvando las distancias, la pachorra de la gente saludándose al pasar, todos se conocen, niños correteando libes por las calles, el ambiente familiar... Sonrío, cada vez me gusta más esto y ni siquiera he salido del taxi.


Llegamos a la biblioteca, tres españolas, Eva, Eli y Montse están ahí trabajando como cooperantes. Me instalan en el dormitorio de los voluntarios. Un cuartucho donde dormiremos las cuatro, colchones viejos de a saber dónde, algo sucio y lleno de bichos voladores y no tan voladores. Se acaban de mudar, y es evidente que la fundación no tiene dinero para buscar algo mejor. Pero las voluntarias no se quejan, están allí para ayudar, no para causar más problemas. 

Luego, hablando más detenidamente con Ivan, me doy cuenta de que tanta escasez es por una sola razón. El poco dinero que puede conseguir la fundación es para y exclusivamente la biblioteca, es decir, para que esos niños de Livingston puedan beneficiarse de ella. Ojalá muchas ONG´s y fundaciones siguieran sus pasos... 

Estos niños encuentran en ella una salida a una vida de escasísimas  posibilidades. Porque la biblioteca no es solo un lugar donde acceder a libros, si no que es un lugar donde pueden aprender a utilizar un ordenador, un lugar donde los voluntarios les leen cuentos que desconocen, cuentos elegidos a conciencia por el equipo de docentes para darles a estos niños herramientas que ni en sus escuelas tienen, tienen clases de Inglés, de Garifuna, la biblioteca es un lugar de juego, donde aprenden a socializar, donde el respeto es su máxima premisa. 




Cuando alguno de estos niños es irrespetuoso, su castigo es no asistir a las actividades de la biblioteca, ese castigo es muy duro para ellos porque es el único lugar que tienen para salir de su dura rutina.


Estos niños, según me cuenta Ivan, carecen de adolescencia, pasan de ser niños a pequeños hombrecitos que se ponen a trabajar a muy temprana edad, y en algunos casos, el que tiene mejor suerte de todos sus hermanos sigue estudiando algo más. Pero como Livingston está completamente aislado y salir es muy caro para estas familias, llega un punto en que sus estudios se truncan, así que ahí se quedan, en Livingston.

El primer día fui a grabar las distintas clases que se imparten en la biblioteca, y como era de esperar, mi cámara fue la atracción del día. Las voluntarias desesperadas porque los niños revoloteaban a mi alrededor tratando de ver la pantalla sin prestar atención a la actividad del día. Tuve que dejarles grabar uno a uno, dejarles escuchar por los auriculares, enseñarles a mover el trípode y a saber elegir un plano, así pasamos todo el día y he de reconocer que yo estaba encantada.


Aquí tenemos a Cristofer y a Derick, dos renacuajos con grandes aptitudes para ser operadores de cámara. Lo que más me emocionaba era lo tranquilos que se volvían cuando les dejaba grabar, porque generalmente son muy revoltosos. Me encantó ver el interés en aprender. Emocionados cuando les nombré asistentes de cámara, me seguían a todas partes y por turnos grababan uno y luego otro. Me robaron completamente el corazón. 

El segundo día, cuando caminaba hacia la biblioteca con mis bártulos escuche vitorear el nombre de Payulo, uno de los voluntarios locales más querido por los pequeños. Luego, a grito pelado mi nombre, se escuchaba por toda la calle. Eran una decena de niños esperando en la biblioteca a que llegara con la cámara. ¿Emocionada?, no... lo siguiente....

En Livingston me di cuenta de cuánta libertad hemos perdido, de cómo hemos dejado que nuestros gobiernos, poco a poco nos hayan ido coartando los pequeños placeres de la vida. Por ejemplo, y será una estupidez, pero cuando veo en Livingston a toda una familia, dos padres y dos niños subidos tranquilamente en una moto, recuerdo uno de los momentos que más feliz me hacía de pequeña, cuando íbamos mi padre, mi madre, mi perro Milou y yo en la moto, paseando tranquilamente por la ciudad. Ahora eso sería impensable.

Tanta seguridad, tanta limpieza, tanto desinfectante.... Estamos convirtiendo a los niños de hoy en seres débiles que enfermarán a la mínima de cambio... que si los niños menores de 12 años tienen que ir en sillita en el coche, Que si no se puede poner música en la calle sin permiso. Que si no se puede una tumbar en un parque tranquilamente con una cerveza para disfrutar del sol, o de la luna... Todos esos pequeños y tontos placeres que nos han arrebatado lo tienen aquí todavía en Livingston. Y eso le hace a una pensar, una que vive en el mundo de las oportunidades, en el mundo de la supuesta libertad... pues no lo se... Vivo en Nueva York, en la ciudad más impresionante y magnífica del mundo y cada vez que veo a un policía cerca mío me pongo a temblar.

En Nueva York por ejemplo, justo antes de mi viaje,  le hice un favor a una persona. Bien, pues tuve que aclararle a esa persona por activa y por pasiva que era simplemente un favor, que no pretendía cobrarle nada, que no le iba a pedir nada a cambio, simplemente le hacía el favor porque podía hacerlo... Bien, pues esa persona no daba crédito, hasta me hizo alguna pregunta de mal gusto para poder cerciorarse de que yo estaba siendo honesta. ¡Cuánto hemos perdido en este mundo en que vivimos al que llamamos "Primer mundo"!. Eso en Livingston no ocurre, en Livingston son libres, quizás no tienen oportunidades, pero todavía no les han robado los pequeños placeres de la vida. Yo hace mucho que no me siento libre y ese es el motivo principal de este viaje.

Hablando de libertades, es curioso, cuando viajas, la gente que conoces. En el lugar donde se quedan los voluntarios han aparecido estos días seres interesantísimos, gente que viaja por el mundo como modo de vida. Por ejemplo Oscar y Sylvie, son pareja y se dedican a viajar según el viento les lleve, me cuentan. Para vivir hacen unas pulseras y collares preciosos de macramé incrustando piedras.  Oscar y Sylvie, él mexicano y ella francesa son gente tranquila que han encontrado un modo de vida diferente, viven con muy poco, pero son felices y se les nota. También conocí a Charly y Rocío, de Barcelona, también pareja, su intención es viajar por centroamérica durante 6 meses con 500 euros al mes de presupuesto. Un grupo, también de españoles se dedicaba a hacer camisetas, pulseras, collares y venderlos, así se pagan sus gastos y en el tiempo libre se dedicaban a enseñarse unos a otros sus respectivas técnicas. Roy, un colombiano de dudoso pasado al que un día le cambió la vida. Pasó de tenerlo todo a no tener nada. Ahora está afincado en Livingston también vendiendo artesanía.


Este viaje ha generado en mi una nueva energía muy extraña. Ya de pronto, he empezado a hacer fotografías en color. NUNCA hago fotografías en color porque me quedan fatal, sin luz, sin vida, siempre las hago en Blanco y Negro. Bien, pues es curioso que ahora solo me salgan en color... quien sea fotógrafo que me lo explique porque yo todavía estoy tratando de averiguar qué está pasando... 

Y de energías, mi amuleto. Oscar y Sylvie me hicieron un talismán precioso. Según el zodíaco Maya, yo soy Imox y mi piedra la turquesa. Ellos me hicieron un amuleto con esa piedra para que me protegiera en mi viaje, desde entonces no me lo quito y desde entonces todo me está saliendo a pedir de boca, crucemos los dedos. Una curiosidad... ¿sabéis quien es Imox también?... Pedro Almodovar, Fellini y ¡¡Woody Allen!!... Como comprenderéis ahora creo al 100% en los signos Maya, el Nawal.

En fin, que lo que he sacado de Livingston es que quiero ser libre, y para mi libre significa ser dueña de mi tiempo y hacer con él lo que me plazca, porque la vida son dos días y no puedo dejar que otros me lo manejen, y menos un sistema en el que no creo, el sistema del miedo, el de las normas y restricciones sin criterio, en el sistema de los créditos, en el que todos nos endeudamos por una sola causa, la de que nos controlen.



Para acabar, una frase que creo viene al caso que me escribió mi padre el otro día en facebook: "Magnífico empeño el de ensanchar la vida porque el largo no se puede controlar" Me lo apunto, ese es el propósito mi viaje.

2 comentarios:

  1. Violeta, este viaje nos tiene enganchadisimos. Que placer leerte y compartir este camino contigo. Que sigas disfrutando de todo lo que estas viendo, viviendo y sintiendo, nos das muchas envidia!
    Besos de los Prati

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  2. Qué envidia, me alegro mucho de que te lo estés pasando bien.

    Y verás cómo la próxima vez que nos veamos y nos pongamos a charlar sacamos en un minuto porqué ahora haces fotos en color. Estas son en color, ya las harás otra vez en blanco y negro cuando toquen en blanco y negro. ;-)

    ¡¡¡Buen viaje!!!

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