viernes, febrero 21, 2014

FUNDACIÓN ARRUPE, EL SALVADOR

LUJOS EN PAÍSES PRIVILEGIADOS: salir a comer todos los días a restaurantes buenos, no tener que mirar los precios cuando compras, comes o cenas..., no tener que coger transporte público y poder moverte siempre en taxi, tener un apartamento en cada una de las ciudades que más te gusta, vivir solo, tener tu propio cuarto de baño si compartes piso, tener un vehículo para cada miembro de la familia, tener una segunda vivienda para las vacaciones, poder viajar a cualquier parte del mundo cuando más te apetezca...

LUJOS EN PÁISES MENOS PRIVILEGIADOS: tener agua, tener algo más que un chorrito de agua para ducharte, tener agua caliente para ducharte, tener suficiente agua como para lavarte el pelo (habéis comprendido el  gran problema de mi viaje...), tener agua potable para beber, tener un colchón sin chinches, ni bichos, y en condiciones, tener lavadora, dormir solo, tener comida saludable y variada todos los días, o aunque sea algún día, tener aunque sea sólo un coche para toda la familia, tener una casa con paredes de ladrillos y un techo que no sea una simple chapa...

Cuando llegué a El Salvador, lo primero que hice fue darme una laaaaaarga ducha, por supuesto pelo incluido. En El Salvador estuve invitada en casa de un buen amigo de mi familia, José Panadés, Presidente de la Fundación Padre Arrupe. Yo ya sabía que llegar a su casa sería para mi como encontrar un Oasis en medio del árido desierto, pero no imaginé hasta qué punto iba a disfrutar la ducha que me di al llegar.

¡¡Agua, agua caliente, un buen chorro de agua caliente!!... Me podía lavar el pelo sin problema. Una cama, una cama de verdad, con sus sabanas oliendo a rosa, con su cojín blandito, su colcha reluciente. Con una alfombra limpia, sin una mota de polvo. ¡Un espejo!, con bombillas relucientes.¡¡ TOALLAS!!!, toallas buenas, de esas gorditas, enormes, que de verdad secan. Dobladitas, limpias y con olor a frutos silvestres del bosque... 

No exagero, lo primero que hice fue hacerle fotos a cada uno de los detalles de mi cuarto y jugar al deporte nacional (de España) por excelencia: Generar envidia. Mandé cada una de las fotos a mis compañeras de Livingston, Eva y Eli, a las que había abandonado unas horas antes en Guatemala. Ellas habían vuelto a los chinches y yo estaba en ese momento en el mayor de los lujos.

Mi visita a El Salvador acabó siendo, aunque diferente al resto de mi viaje, muy interesante. Es una de las ciudades más peligrosas de Centroamérica. Un día sentada frente a mi magnífico desayuno leía el periódico local. En primera plana advertían las autoridades de que una de las avenidas más transitadas de la ciudad, se había convertido en una zona habitual de asaltos a coches particulares. Las horas más comunes de atracos eran a plena luz del día cuando más trafico había, en medio del atasco, de esa manera el coche no lo puedes mover, ni para adelante ni para atrás. Los asaltantes solían ser tres. Siempre armados con pistola, lo mejor, abrir la ventanilla y entregar todo lo que llevaras encima porque el gatillo allí lo tienen bastante "ligerito". 

A todos lados íbamos en coche, blindado. Así que pude ver la ciudad pero siempre tras un cristal tintado, opaco que separaba mi mundo del otro mundo, el de fuera. Al final del día te queda la sensación de haber visitado un parque temático, algo cercano pero a la vez muy ajeno a ti, como si en realidad no estuvieras allí. Muy, muy extraño.

Pero volviendo a la fundación. Ésta la creó el Padre Arrupe, un misionero español destinado en El Salvador hace muchos años. Una vez llegó, sus padres fallecieron, pero lo que nadie se imaginaba era que este hombre, el Padre Arrupe, acabó siendo heredero de una millonaria fortuna. El Padre, que según me cuentan, no tenía ningunas ganas de quedarse con el dinero pues iba en contra de sus principios, decide comprar unos terrenos, enormes he de decir, para levantar una escuela. La escuela Padre Arrupe. La fatalidad le persigue ya que él solo pudo ver levantado el primer edificio del colegio (primero de muchos) y disfrutar solo de la primera promoción de estudiantes ya que murió poco después de iniciar su gran proyecto. Heredó su puesto, como Presidente de la fundación, José Panadés, el que ahora me hospeda tan amablemente en su casa con sábanas de olor a frutas silvestres del bosque...

José Panadés con una de las clases.

Visito el gran colegio. Lo primero, el deporte nacional como comentaba antes, me corroe por dentro una envidia malsana al ver a todos esos niños en ese magnifico colegio. Una escuela que nada tiene que envidiar a cualquier colegio privado europeo, y me refiero a sus instalaciones, su capacidad, la estricta educación (en el buen sentido) que se le dan a esos chicos, todos silenciosos, concentrados en sus estudios, educadísimos. Sus pabellones de deportes, parques, todas sus instalaciones en general.

He de explicar el origen de estos niños. A este colegio solo pueden ir niños de la zona de Soyapango, una de las zonas más pobres y de más conflicto de El Salvador. Por no decir que otra de las noticias que leí en mis desayunos fue que en Soyapango ha descendido el numero de asesinatos, ahora solo son 2 cada tres días. Hace dos años eran 2 asesinatos cada dos días. Al parecer la noticia pretendía ser esperanzadora...




Cuando un niño de Soyapango quiere entrar en esa escuela, por cierto, una de las más prestigiosas de toda la república, le hacen un estudio socioeconómico y en base a su situación le dan mayor o menor beca, lo cual acaban siendo el 90% de estudiantes los que no tienen que pagar nada. Gracias a eso, es algo más fácil que estos niños, que provienen la mayor parte de familias desestructuradas y que en un principio no tendrían prácticamente ninguna oportunidad de tener otra opción mas que la de quedarse en su barrio, sin ninguna posibilidad de crecimiento personal, puedan ahora tener a una educación de las más elevadas y acceder a la universidad. La fundación también tiene ayudas para los chavales que consiguen acceder a estas universidades.

Asistí a varias clases y de varios cursos ya que acogen niños desde preescolar hasta finalizar bachiller. Impresionante, como decía, el ambiente que se respiraba, el ambiente de estudio y de respeto. Pregunté si sería por mi presencia, ya se sabe que las cámaras intimidan, y lo más probable es que los niños quisieran quedar bien ante ellas comportándose. Me contestaron que no, que eran siempre así. Hablando con José Panadés, me comenta que lo que ocurre es que ninguno de estos niños tiene la posibilidad de heredar una fantástica fortuna y labrarse así un futuro como puedan ser otros, sino que el único futuro que tienen es agarrarse como a un clavo ardiendo a la única oportunidad que se les brinda, estudiar en uno de los mejores colegios de la república, ir a la Universidad y quizás así salir de la miseria. Hay que tener en cuenta que en estos países la diferencia de clases sociales es abismal. No existe la clase media.

No pude evitar comparar. Comparar el horrible colegio al que fui yo de pequeña, la pobre educación que me dieron en él, todo eso sumado a lo vaga que fui con mis estudios... Me hubiera dado allí mismo dos bofetones bien dados delante del director académico que trabaja en el Colegio Arrupe, Santiago, otro español, si no fuera porque me paró los pies diciéndome que sí, que yo tenía toda la razón, que él había sido también un holgazán con muchos pájaros en la cabeza y que ver a estos niños, los de Soyapango, poner el 100% de su energía en sacar adelante sus estudios, eso, le recompensaba.

¡Ay que vergüenza Violeta!, qué fácil es todo cuando sabes que aunque pierdas alguna oportunidad, te quedan algunas otras por coger, cada vez menos, es verdad, pero he tenido tantas y tantas oportunidades, tanto donde elegir, he podido parar y comenzar de nuevo, he podido equivocarme, echar marcha atrás y tirar por otro camino y todo eso casi sin esfuerzo. 

En mi defensa quiero aclarar que creo nunca fui una malcriada, mis padres me enseñaron desde pequeña que las cosas no se regalan, que hay que ganárselas y creo me enseñaron bien, pero es que aún así, hay algo impreso en el inconsciente. Algo que sin tu saberlo hace que estés relajado porque sabes, inconscientemente, que habrá otra oportunidad por muy pequeña que sea. Y eso nos ocurre a todos, creo, a los que hemos vivido en un mundo de país privilegiado. Todos hemos podido, unos más y otros menos, tener la oportunidad de hacer algo más, de salir de una situación si no es conveniente, unos con más esfuerzo y otros con menos, pero independientemente de la clase social, nada es comparable a la situación de estos niños, los de Soyapango. Pero gracias a la fundación pueden estudiar en un buen colegio y tener las mismas, o casi las mismas oportunidades que el resto.

Cuando visité las aulas de los de 8 a 10 años, aquello fue un torbellino de niños otra vez revoloteando, alrededor mío. Todos queriéndose hacer fotos. Para calmarles un poco les dije que tenían que hacer ver que eran buenos estudiantes para salir bien en las fotografías. Muertos de risa se sentaron en sus pupitres. Posaban desternillados fingiendo que trabajaban en algo. Ya podéis verlo en las fotos...


Me encantan los niños de entre 5 y 10 años (antes de que la tontería les posea), porque les tomo el pelo y me siguen el juego.

Ya de primeras, a los que me decían que eran del Real Madrid, les negaba la foto, o se hacían del Barça o se quedaban sin retrato. Alguno se iba desilusionado, cabizbajo, hay que ver la fuerza que tiene el fútbol, y otros muchos surgían de entre las piedras gritando y alzando el brazo: - ¡¡Yo, yo, yo soy del Barça!!

No creáis que soy una desalmada, evidentemente les hice fotos a todos, pero les hice sufrir un poquitín. 

Una niña me pregunta: - ¿Es usted española, verdad?. - Si -- le contesto. - Lo sabía.   - ¿Por qué lo sabías?, -- a lo que todos los niños se apuntan a la conversación participando: - Pues por los pantalones. - Por los zapatos. - Por la camiseta. - Por la mochila tan cachimbona... 


Un mocoso de 8 años se me acerca: - ¿La puedo abrazar?. Evidentemente no me da tiempo si quiera a contestar, el renacuajo ya me está estrujando con todas sus fuerzas. - Es que nunca abracé antes a una española.... Y el niño que no se soltaba... Tuve que arrastrar con él toda la sesión de fotos...



Me dicen los niños que si nací en Barcelona debo conocer a Messi. ¡¡Por supuesto!! -- les contesto -- ¡¡Es un gran amigo mío!!. Menudo revuelo se formó en la clase, yo avergonzada mirando de reojo a los profesores por si me tocaba "regañina" por haber excitado de tal manera a los niños. Miles de recados para Messi que tuve que apuntarme: - Dígale a Messi que Juan José Antonio Armando de los Rios y de todos los Santos, que soy yo (aclara el niño), le ve en todos los partidos y le admira mucho.... - Dígale que María Dolores de Rosales García de los Altos Pinos, piensa que él es muy guapo.... - Dígale que...

¡¡La qué he armado!!

Con gran riesgo dejé que los niños manosearan todo mi material, lentes, cuerpo de cámara, trípode. Les fui mostrando como se montaba la cámara y hasta dejé que tiraran algunas fotos. Riesgo entre comillas, me impresionó la delicadeza con la que cogían el material, mi equipo es caro, sí, pero sólo para mi bolsillo. No tengo ni muchísimo menos un material "Pro", simplemente lo suficiente como para poder hacer trabajos de calidad. ¡Cómo no iba yo a dejarles investigar un poco!, probablemente nunca habían tenido en sus manos una cámara igual.

Me encantó el Colegio Padre Arrupe, y ya sabéis la tirria que le tengo, en general, a los proyectos que tengan que ver con la Iglesia Católica... No os asaltaré con mis traumas infantiles que muchos ya conocéis. Pero he de reconocer que la obra del Padre Arrupe y la que ahora lleva acabo José Panadés es increíble. Sin duda, un gran Oasis en medio del desierto.

Mi estancia en El Salvador finaliza con un día estupendo en la playa, comilona al sol y siesta en una hamaca... Un lujo que seguro, luego pagaré caro al regresar a la vida real y es que ahora, por lo menos hasta que finalice mi viaje, la vida real, para mi, es vivir como viven los voluntarios de estas ONG´s que estoy visitando, donde los lujos para ellos son otros...


sábado, febrero 15, 2014

ANTIGUA GUATEMALA

Es hora de marchar de Livingston. Como me han fallado las dos ONG´s de Honduras y tampoco estaba yo muy segura de querer ir, dado el alto índice de criminalidad que hay en el país, me apunto rápidamente al plan de viaje de Eva y Eli, las voluntarias de la biblioteca. Decidimos ir a Antigua, a mi ya me daba pena perdérmelo y ésta es una buena oportunidad para cruzar el país acompañada y desde allí ir a El Salvador. Mucho mejor que cruzar todo Honduras sola.

Nos levantamos de madrugada para poder coger el barco de las 6 am a Puerto Barrios. Habíamos pedido un taxi, pero dada la pachorra de la que os había hablado antes, éste nunca llega. Eso es lo que ocurre cuando vives en un sitio completamente "libre", al taxista no le dio la gana de aparecer y no vino... Hay que aprender a vivir con estas cosas y tomarse la vida con más calma, ¡bien por el taxista!, aunque he de confesar que en el momento nos cogimos un buen cabreo.

Finalmente, arrastrando mi maleta entre las tres llegamos a tiempo para coger la barca (gracias a la pachorra de los horarios, salimos a las 6:40 am).



EXTERIOR. BARCA DE LIVINGSTON A PUERTO BARRIOS -- AMANECER

EVA, 36, la más rápida de las tres se monta en primera fila, la barca está repleta y ella, muy viva, coge un buen sitio. ELI, 33, salta rápidamente como una gacela al único sitio libre que queda en la segunda hilera. (Las dos primeras filas son lo más parecido a ir en primera clase, porque no te mojas... tanto). VIOLETA, 35, va de un lado a otro con su pesada mochila sin saber dónde meterse. Proa arriba, proa abajo, proa arriba, proa abajo...

VIOLETA
¡No hay sitio!

Finalmente EVA que parece más avispada que ella le hace un hueco. VIOLETA sonríe aliviada, coloca su mochila contenta. ¡Están en primera!

Un hombre les tiende un enorme plástico negro para taparse. Otro para tapar las maletas. VIOLETA mira aterrorizada a EVA.

EVA
(con la mayor tranquilidad del mundo)
Eso es que nos vamos a mojar.


VIOLETA salta sobre las bolsas para ayudar a tapar las maletas. Cubre lo mejor que puede su mochila de cámara.

Empieza la travesía y a llover a cántaros. Las tres no saben que hacer con el plástico. Todos los pasajeros se han sumergido ya por completo en el manto negro y maloliente (excepto la tercera clase que va de pie en popa, mojándose). Las tres hacen lo propio, se tapan.

VIOLETA junto a EVA bajo el plástico negro.

VIOLETA
Se me está mojando todo el 
pantalón por detrás. Se me
va a transparentar el tanga.

Ataque de risa de EVA.

Pasan muchos, muchos minutos. EVA y VIOLETA siguen bajo el plástico medio asfixiadas.

EVA
Yo creo que ya no llueve

VIOLETA
¡Qué va, qué va!, sí que llueve.

Pasan muchos, muchos minutos... muchos...

EVA
Yo creo que voy a mirar a 
ver si ha parado de llover...

EVA sale del plástico. Con estupor VIOLETA y EVA se dan cuenta de que son las únicas que iban sumergidas en el manto negro. Todos los pasajeros están sin el plástico disfrutando de las vistas de Livingston y de un sol radiante. Ataque de risa.

ELI
(sonrisa maliciosa)
Hace ya un buen rato que nos
hemos quitado los plásticos...

ELI disfrutando del bochorno de EVA y VIOLETA. Ataque de risa el resto del trayecto.

Eva y yo metidas entre plásticos.



Este es el principio de un divertido viaje. La verdad es que hacía mucho que no me reía tanto, lo necesitaba. A Eli y Eva no las conocía de casi nada, pero la verdad es que el viaje fue como si nos conociéramos de toda la vida, por lo menos esa fue mi percepción, no se qué pensarán ellas...

El viaje en autobús también fue algo movidito, a mi me tocó con una señora enooooormeee, de talla XXXXL que no era capaz de controlar sus gases, pero eso no evitó que ella durmiera tranquilamente a pierna suelta todo el trayecto. Cuando Eli me pasa unos auriculares para poder ver la película que daban en el autobús, me doy cuenta de que la pierna de la señora (tres veces la mía) cubre por completo la clavija para enchufar los auriculares. Así que me quedo las 5 horas de viaje sin peli. Otra vez ataque de risa. 

Guatemala, sobretodo la parte de Verapaz es en su mayoría puerto de montaña.... Mi acompañante, con sus gases y completamente dormida, se balanceaba hacia mi en cada curva... Curva a la derecha... Violeta aplastada y expulsada hacia el pasillo del autobús... Curva a la izquierda... La señora chocándose contra la ventanilla... Curva a la derecha...

 Ataque de risa...


Al llegar a Antigua teníamos que buscar Hostal. A mi ya me daba apuro que Eli y Eva cargaran otra vez con mis pesadas mochilas así que me hice la fortachona y cargue los 20 kilos por toda la ciudad. Suerte que practico la meditación muy a menudo pues me ayudó a superar el mal trago. ¡El Yoga hace mucho!

Fuimos a parar a Banana Azul, un hostal que nos encontramos de pura casualidad y recomendado por Payulo. Yo lo vi como agua de mayo, pero al entrar en la habitación sensación de chinches al instante, unas literas con colchones negros y sabanas que era mejor no mirar. El baño en el pasillo no era mucho mejor. Pero ahí decidimos quedarnos, no nos pudimos negar por la rebaja del precio de la habitación y una invitación a cervezas obligatoria a la que Chato, el dueño, nos había convidado.

Chato y sus amigos, qué podría contaros... unos crápulas de bajo standing que se dedican a emborracharse en el hostal. En los 15 minutos que tardamos en organizar nuestras maletas ya se habían bebido una docena de cervezas por lo menos. Un grupo de borrachuzos pero la verdad no se les veía mala gente.

Decidimos dar una vuelta por el lugar. Antigua, aunque muy bonita, es una ciudad colonial que me desilusionó un poco, simplemente por el hecho de que está plagado de turistas. Lo bueno es que puedes ir con tu cámara visible y no pasa nada, es tranquila y no existe ese temor de violencia que asoma por el resto de Guatemala. Pero como a mi me molesta un poco ir de turisteo, pues que queréis que os diga, ni fu ni fa.

Cenamos en un restaurante donde hacían unas pizzas muy buenas, algo caro el precio para lo que es Guatemala, pero hay que tener en cuenta de que aquí se te olvida lo que cuestan las cosas, los precios de restaurantes están entre los 3 y 4 euros la cena, si vas en plan barato, éste nos costó 8 euros a cada una. tres pizzas y cervezas.

El segundo día fuimos a Chichicastelango, un pueblo que está como a dos horas de Antigua. Hay diferentes compañías turísticas que te llevan. La nuestra nos vino a recoger al Hostal, a medio camino paró en un restaurante en medio de la carretera, de esos que te dan un sarpullido al verlo porque te das cuenta del timo, por eso odio ir de turista, te meten en un bus, y sin decírtelo te hacen la parada obligatoria en el restaurante convenido con tienda de souvenirs incluido. Y claro, te han venido a recoger a las 7 am y por supuesto no te ha dado tiempo ni de tomarte un café, así que picas y pagas el desayuno.

Chichicastelango es básicamente un mercadillo que ocupa casi todo el pueblo. Sus calles se llenan de puestos de todo tipo de cosas. Ahí es dónde aprendí a regatear, Eli y Eva me enseñaron tan bien que al final del día era yo la que metía la última estocada para sacar el mejor precio. La verdad es que me lo pasé muy bien, al principio tuve mis reparos en ir, me pareció caro el autobús que nos llevó y ya sabéis que lo mío no son las tiendas y menos los mercadillos para turistas. Al final, como todo TONTO turista piqué y compré. Allí donde fueres, haz lo que vieres...

Cuando volvimos a Antigua, no teníamos ninguna intención de dormir de nuevo en el Hostal Banana Azul, así que nos pusimos a deambular por la ciudad a ver qué encontrábamos. Fuimos a parar a Hostal San Carlos. Al principio tuve mis reparos, en el fondo el personaje de Chato me resultaba curioso y quería indagar algo más en su personalidad, ya sabéis como me intrigan los personajes que se salen de la norma, con solo decir que cuando regresamos a buscar nuestras maletas el tipo andaba viendo en el ordenador un capítulo de la Gallina Caponata. ¡¡A quién no le intriga un hombre así!! 


Me di cuenta de que las chicas necesitaban un lugar limpio donde dormir, aunque fuera solo por una noche. Y es que ser voluntaria no es nada fácil, las camas no suelen ser más limpias que las de Banana Azul, la zona está infestada de mosquitos y algunos de ellos te pueden contagiar el Dengue, y en el baño, que está en el jardín, vive tranquilamente un alacrán llamado Paco que sale de su escondite en cuanto menos te los esperas, justo cuando estás de cuclillas con el papel de water en la mano y tratando de que ningún trocito de tu ropa toque absolutamente nada... Él sale y te saluda muy amablemente. - Buenos días.... 

Y tenían razón. El Hostal San carlos es totalmente recomendable si visitáis Antigua alguna vez, de hecho creo es posible que sea uno de los pocos Hostales decentes y de buen precio que hay en la ciudad. Tuvimos la suerte de que había abierto solo hacía tres días por lo que estrenamos cama, colchón y sábanas. El dueño, Carlos, de apodo Don Carlone es un chico joven con grandes aptitudes empresariales. Le doy dos años a este Hostal para que se ponga por las nubes y no podamos pagarlo.


Al día siguiente paseo por Antigua, como dije, simplemente una bonita ciudad pero a mi modo de ver no tiene mucho más... Sí nos quedamos con las ganas de visitar el Volcán, pero ya no nos daba tiempo.

Antigua se acaba y marchamos a Guatemala ciudad, pasaremos una noche allí y luego nos separaremos. Carlos nos acompaña a la estación de autobuses, resultó ser un tío de lo más majo. 


Una vez en Guatemala nos instalamos en un hostal, no tan bueno como el San Carlos, pero decente. Quedamos con un amigo de la página de Couchsurfing al que contacté, una web que pone en contacto a mochileros con lugareños, entre unos y otros se ponen de acuerdo y se ofrecen alojamiento gratis o visitas por la ciudad. Estuvimos con él paseando al rededor del hotel. He de decir que no hay nada de interesante en la ciudad de Guatemala, lo único quizás la plaza de la constitución donde hay algún que otro edificio bonito pero que nada tiene que envidiar a los de Madrid o Barcelona.




Nos vamos pronto a dormir, yo me levanto a las 4:15 am para coger un taxi que me llevará a la estación de autobuses Tica Bus, una compañía que cruza toda Centroamérica. Me despido de las chicas, la verdad me da mucha pena porque me lo he pasado genial, me he reído mucho con ellas.

Ya en el taxi, de madrugada, me entran las dudas, me han asegurado de que cuando un hostal llama a un taxi, éste es seguro. Aquí en Guatemala es muy peligroso coger un taxi por la calle, la mayoría te llevan a otro lugar y te atracan. Pero la inseguridad me asalta, en el fondo es la primera vez desde que emprendí el viaje que estaré completamente sola.

Nada ocurre, el taxista resultó ser un trozo de pan y me deja sana y salva en la estación. Compro el billete rumbo a El Salvador...




martes, febrero 11, 2014

BELUBA LUBA

La biblioteca Beluba Luba Furendei se encuentra en Livingston, una hermosa península en la zona de Izabal, Guatemala.


Beluba Luba significa "Entra en la casa del aprendizaje" en garifuna, la lengua que habla una de las etnias que vive aquí. La biblioteca la dirige un interesante personaje, de esos especímenes que ya, por desgracia, no existen, Ivan, un hombre que ha dedicado muchos años de su vida a este proyecto. Levantar una biblioteca en este pequeño y completamente aislado pueblecito.


Livingston es una península que como tal está rodeada de agua por tres partes y la cuarta cercada por la selva, por lo cual se comporta como una isla. El único medio para llegar a ella es por barco, unas lanchas que vienen y van durante todo el día a modo de autobús. 

Nada mas subirme a la lancha fui feliz, de nuevo en el mar, rodeada de agua y con un calor insoportable, como debe ser. Yo en mi salsa. El que estaba a mi lado se quejaba abanicándose mientras yo no podía ser más feliz. Él no daba crédito.

La isla rodeada de palmeras idílicas y rodeada por una larguísima playa. Sabía que me iba a gustar.


Ivan me recoge en el muelle de Livingston, un tipo excéntrico, pensé, pero muy interesante. El pueblo, como todos los costeros, me recordó mucho a Menorca cuando era pequeña, salvando las distancias, la pachorra de la gente saludándose al pasar, todos se conocen, niños correteando libes por las calles, el ambiente familiar... Sonrío, cada vez me gusta más esto y ni siquiera he salido del taxi.


Llegamos a la biblioteca, tres españolas, Eva, Eli y Montse están ahí trabajando como cooperantes. Me instalan en el dormitorio de los voluntarios. Un cuartucho donde dormiremos las cuatro, colchones viejos de a saber dónde, algo sucio y lleno de bichos voladores y no tan voladores. Se acaban de mudar, y es evidente que la fundación no tiene dinero para buscar algo mejor. Pero las voluntarias no se quejan, están allí para ayudar, no para causar más problemas. 

Luego, hablando más detenidamente con Ivan, me doy cuenta de que tanta escasez es por una sola razón. El poco dinero que puede conseguir la fundación es para y exclusivamente la biblioteca, es decir, para que esos niños de Livingston puedan beneficiarse de ella. Ojalá muchas ONG´s y fundaciones siguieran sus pasos... 

Estos niños encuentran en ella una salida a una vida de escasísimas  posibilidades. Porque la biblioteca no es solo un lugar donde acceder a libros, si no que es un lugar donde pueden aprender a utilizar un ordenador, un lugar donde los voluntarios les leen cuentos que desconocen, cuentos elegidos a conciencia por el equipo de docentes para darles a estos niños herramientas que ni en sus escuelas tienen, tienen clases de Inglés, de Garifuna, la biblioteca es un lugar de juego, donde aprenden a socializar, donde el respeto es su máxima premisa. 




Cuando alguno de estos niños es irrespetuoso, su castigo es no asistir a las actividades de la biblioteca, ese castigo es muy duro para ellos porque es el único lugar que tienen para salir de su dura rutina.


Estos niños, según me cuenta Ivan, carecen de adolescencia, pasan de ser niños a pequeños hombrecitos que se ponen a trabajar a muy temprana edad, y en algunos casos, el que tiene mejor suerte de todos sus hermanos sigue estudiando algo más. Pero como Livingston está completamente aislado y salir es muy caro para estas familias, llega un punto en que sus estudios se truncan, así que ahí se quedan, en Livingston.

El primer día fui a grabar las distintas clases que se imparten en la biblioteca, y como era de esperar, mi cámara fue la atracción del día. Las voluntarias desesperadas porque los niños revoloteaban a mi alrededor tratando de ver la pantalla sin prestar atención a la actividad del día. Tuve que dejarles grabar uno a uno, dejarles escuchar por los auriculares, enseñarles a mover el trípode y a saber elegir un plano, así pasamos todo el día y he de reconocer que yo estaba encantada.


Aquí tenemos a Cristofer y a Derick, dos renacuajos con grandes aptitudes para ser operadores de cámara. Lo que más me emocionaba era lo tranquilos que se volvían cuando les dejaba grabar, porque generalmente son muy revoltosos. Me encantó ver el interés en aprender. Emocionados cuando les nombré asistentes de cámara, me seguían a todas partes y por turnos grababan uno y luego otro. Me robaron completamente el corazón. 

El segundo día, cuando caminaba hacia la biblioteca con mis bártulos escuche vitorear el nombre de Payulo, uno de los voluntarios locales más querido por los pequeños. Luego, a grito pelado mi nombre, se escuchaba por toda la calle. Eran una decena de niños esperando en la biblioteca a que llegara con la cámara. ¿Emocionada?, no... lo siguiente....

En Livingston me di cuenta de cuánta libertad hemos perdido, de cómo hemos dejado que nuestros gobiernos, poco a poco nos hayan ido coartando los pequeños placeres de la vida. Por ejemplo, y será una estupidez, pero cuando veo en Livingston a toda una familia, dos padres y dos niños subidos tranquilamente en una moto, recuerdo uno de los momentos que más feliz me hacía de pequeña, cuando íbamos mi padre, mi madre, mi perro Milou y yo en la moto, paseando tranquilamente por la ciudad. Ahora eso sería impensable.

Tanta seguridad, tanta limpieza, tanto desinfectante.... Estamos convirtiendo a los niños de hoy en seres débiles que enfermarán a la mínima de cambio... que si los niños menores de 12 años tienen que ir en sillita en el coche, Que si no se puede poner música en la calle sin permiso. Que si no se puede una tumbar en un parque tranquilamente con una cerveza para disfrutar del sol, o de la luna... Todos esos pequeños y tontos placeres que nos han arrebatado lo tienen aquí todavía en Livingston. Y eso le hace a una pensar, una que vive en el mundo de las oportunidades, en el mundo de la supuesta libertad... pues no lo se... Vivo en Nueva York, en la ciudad más impresionante y magnífica del mundo y cada vez que veo a un policía cerca mío me pongo a temblar.

En Nueva York por ejemplo, justo antes de mi viaje,  le hice un favor a una persona. Bien, pues tuve que aclararle a esa persona por activa y por pasiva que era simplemente un favor, que no pretendía cobrarle nada, que no le iba a pedir nada a cambio, simplemente le hacía el favor porque podía hacerlo... Bien, pues esa persona no daba crédito, hasta me hizo alguna pregunta de mal gusto para poder cerciorarse de que yo estaba siendo honesta. ¡Cuánto hemos perdido en este mundo en que vivimos al que llamamos "Primer mundo"!. Eso en Livingston no ocurre, en Livingston son libres, quizás no tienen oportunidades, pero todavía no les han robado los pequeños placeres de la vida. Yo hace mucho que no me siento libre y ese es el motivo principal de este viaje.

Hablando de libertades, es curioso, cuando viajas, la gente que conoces. En el lugar donde se quedan los voluntarios han aparecido estos días seres interesantísimos, gente que viaja por el mundo como modo de vida. Por ejemplo Oscar y Sylvie, son pareja y se dedican a viajar según el viento les lleve, me cuentan. Para vivir hacen unas pulseras y collares preciosos de macramé incrustando piedras.  Oscar y Sylvie, él mexicano y ella francesa son gente tranquila que han encontrado un modo de vida diferente, viven con muy poco, pero son felices y se les nota. También conocí a Charly y Rocío, de Barcelona, también pareja, su intención es viajar por centroamérica durante 6 meses con 500 euros al mes de presupuesto. Un grupo, también de españoles se dedicaba a hacer camisetas, pulseras, collares y venderlos, así se pagan sus gastos y en el tiempo libre se dedicaban a enseñarse unos a otros sus respectivas técnicas. Roy, un colombiano de dudoso pasado al que un día le cambió la vida. Pasó de tenerlo todo a no tener nada. Ahora está afincado en Livingston también vendiendo artesanía.


Este viaje ha generado en mi una nueva energía muy extraña. Ya de pronto, he empezado a hacer fotografías en color. NUNCA hago fotografías en color porque me quedan fatal, sin luz, sin vida, siempre las hago en Blanco y Negro. Bien, pues es curioso que ahora solo me salgan en color... quien sea fotógrafo que me lo explique porque yo todavía estoy tratando de averiguar qué está pasando... 

Y de energías, mi amuleto. Oscar y Sylvie me hicieron un talismán precioso. Según el zodíaco Maya, yo soy Imox y mi piedra la turquesa. Ellos me hicieron un amuleto con esa piedra para que me protegiera en mi viaje, desde entonces no me lo quito y desde entonces todo me está saliendo a pedir de boca, crucemos los dedos. Una curiosidad... ¿sabéis quien es Imox también?... Pedro Almodovar, Fellini y ¡¡Woody Allen!!... Como comprenderéis ahora creo al 100% en los signos Maya, el Nawal.

En fin, que lo que he sacado de Livingston es que quiero ser libre, y para mi libre significa ser dueña de mi tiempo y hacer con él lo que me plazca, porque la vida son dos días y no puedo dejar que otros me lo manejen, y menos un sistema en el que no creo, el sistema del miedo, el de las normas y restricciones sin criterio, en el sistema de los créditos, en el que todos nos endeudamos por una sola causa, la de que nos controlen.



Para acabar, una frase que creo viene al caso que me escribió mi padre el otro día en facebook: "Magnífico empeño el de ensanchar la vida porque el largo no se puede controlar" Me lo apunto, ese es el propósito mi viaje.

martes, febrero 04, 2014

TULA SALUD

Tula Salud es una ONG ubicada en la provincia de Alta Verapaz, dedicada a la ayuda a la educación y sanidad. 

Mi primera misión nada más salir del avión fue, después de una forzosa comida en el Mac Donald´s, visitar un centro de salud donde se imparten unas clases por videoconferencia. Centro de salud en activo que parecía más bien un hospital bombardeado por la guerra. ¡Magnifica localización para una peli!, pensé.

Nada más llegar me presentaron a toda la clase como "Lisensida Violeta" ¡y Viene de España!. Ese título me ha perseguido para el resto de visitas que he hecho en Alta Verapaz, evidentemente como signo de respeto. Como imaginaréis los que me conocéis bien, cada vez que escuchaba mi nombre "Lisensida Violeta" no podía disimular mi media sonrisa imaginándome por ejemplo a mi amiga de la infancia Loli, amiga y compañera infalible de clases de repaso riéndose a carcajadas a mis espaldas. O a mi antigua profesora del colegio, Sor Josefína santiguándose al escuchar tal sacrilegio. Evidentemente, soy niña bien educada y mantuve la compostura saludando con la misma reverencia con la que era presentada.

Grabé la clase y pensé que todo había acabado. NO. Me invitan a saludar a cámara, es decir a los 10 centros que simultáneamente estaban conectados escuchando la clase. Por supuesto no pude negarme. Todos ellos me miraban con ojos de plato esperando que por mi boca surgieran las más divinas palabras de aliento ¡o yo que se!. ¡Estamos hablando de 160 alumnos pegados a la pantalla para escucharme!. Crucé la sala con esa sola idea, la de que tenía que hablar en público y la de que mi nuevo y falso título no podía decepcionar... Sólo diré que cuando acabé mi breve intervención una de las alumnas dijo, después de un largo y ruidoso silencio en la sala: 

- Se nota que no le gusta hablar delante de las cámaras lisensiada Violeta.... 

El techo se derrumbó en ese mismo instante aplastando mis intestinos que todavía no habían digerido mi Big Mac con patatas medianas y coca-cola light.

Tras mi duro comienzo, un paseo por medio país porque tuvimos que dejar a cada uno de los alumnos, como unos 10, en sus distintas poblaciones, lejos, lejos, lejos de ahí. 

En el viaje en coche y viendo Guatemala tornarse de multicolor a gris, de alegre a sombría, me imaginé yendo yo misma cada fin de semana al centro de salud para recibir esa clase entrecortada por la mala conexión por webcam, viajar 3 horas de ida y 3 de vuelta para recibir un título que me capacita para poder atender sólo a mi poblado indígena, porque esa es mi única opción, y es la mejor opción que tengo...

Alta Verapaz es una provincia muy montañosa con un 90% de población indígena que vive en aldeas aisladas entre montañas. Eso, evidentemente, dificulta su apoyo a la educación y a la sanidad. Tula Salud ha conseguido que estas poblaciones empiecen a estar algo más comunicadas por medio de teléfono móvil. Algo tan sencillo para nosotros pero que en realidad resulta algo más complejo. Me explico.

Estos pueblos indígenas son bastante reacios a recibir apoyo fuera de su pequeña comunidad. Tula Salud supo muy bien como saltar esa barrera cultural para que éstos pueblos pudieran también beneficiarse de una atención médica. Básicamente se elige a un miembro del poblado que tenga cierta autoridad o que sea conocido y sobre todo poder de liderazgo, a quien se le entrega un teléfono móvil. A la vez se le da, a esta persona, que en el mejor de los casos solo sabe leer y escribir, conocimientos básicos de primeros auxilios y se le entrega un botiquín también básico. La gente del poblado acude a él para cualquier cuestión médica y éste cuando no sabe qué demonios hacer llama por teléfono para ponerse en contacto con un médico. Dependiendo del caso, el médico mandará llamar a un coche o ambulancia que le lleve a un centro médico o a un hospital. Hasta ahí bien, pero es que la mayoría de estos pueblos puede estar a 3 horas caminando por montes (muchos no tienen ni senderos) hasta poder llegar a una carreterucha donde les puedan recoger.


Yo estuve visitando uno de esos poblados llamado Tierra Blanca, otra vez ojos de plato curiosos al ver a esa mujer rubia, blanquita y de tirantes cargada con una mochila llena de aparatos. Estela, una de las coordinadoras les explicó en lengua Maya que era la "lisensiada Violeta" y que venía de España para conocer ese pueblo. Todos se tornaron hacia mi al unísono, con cara de circunstancia. Todo el pueblo. ¿Si me sentí cómoda?.... ¡Por supuesto, ya lo sabéis todos!. De nuevo, micrófono en mano.

- Diles, diles unas palabras...
- Eeehh.... ummmm.... aaahhhh.... Hola, muchas gracias por recibirme, me encantaría.... ehhhh.... ummmm... No, no os preocupéis por mi, yo quiero que sigáis con vuestras actividades.... ummmm como si no estuviera.... yo detrás... detrás de la cámara....

¡¡¡¡Por quéeeeeeee!!!!

Después del apuro, un paseo por los vertiginosos montes y senderos del poblado, para ver el huerto que habían plantado dos niñas de la comunidad. 


Vertigo es una de mis mayores lacras, subida a una silla padezco de vértigo... Para el que no tenga ese problema ha de saber que cuando a uno le da un ataque de vértigo lo que ocurre es que su cuerpo primero se paraliza, luego se petrifica pasando por sudores fríos y temblores para luego, paradójicamente, querer tirarse al vacío. Es decir, alguien que de verdad padece de vértigo se agarra porque si no, se tira.

Durante todo el camino tratando de agarrarme a cualquier planta que hubiera para no caer al abismo, porque aquello era montañismo libre, os lo digo, estuve pensando en lo que ocurriría si me daba un ataque de vértigo. Bien, pues eso me salvó. La sola idea de que me ocurriera eso, petrificarme en esa montaña, delante de media docena de indígenas más los valientes de Tula Salud, el hecho de que sé que hubiera sido casi imposible que me sacaran de allí agarrotada, es decir que la única manera de salir era tirándome al vacío y la idea de dar dicho espectáculo a toda esa gente, hizo que milagrosamente subiera y bajara aquella pendiente casi como si hubiera crecido allí. El sudor helado vino al regresar de nuevo al "mundo horizontal", pero pude disimularlo con un:

- Esto es mejor que ir al gym, ¿eh?

Pareció que les hizo mucha gracia... 

Pero vuelta a la realidad. Tula Salud se ha especializado sobretodo en las embarazadas de estos poblados ya que lo normal ahí, es que el padre ceda a su hija a partir de los 12 años y la case. Por lo que muchas de ellas tienen hijos a los 12 y 13 años. Muchas de ellas por violación. La mayoría muere por no recibir asistencia medica adecuada. Tula Salud ha conseguido concienciar a alguna de estas poblaciones y les han dejado impartir una serie de clases para concienciar a las familias. Para ello eligen a dos niñas de 18 años (por ley no pueden ser menores) y las entrenan para que transmitan a otras niñas de su propio poblado la idea de que hay más vida que dejarte casar y embarazar, que pueden estudiar, trabajar, valerse por sí mismas. Ellas, muchas, no saben que tienen otras alternativas. Bueno, y de hecho, ¿la tienen?. Hablando con el Dr. Diaz, que trabaja en Tula Salud y se encarga del diagnóstico a distancia de estos poblados me comenta que al acabar los estudios básicos, las niñas vuelven a su realidad y no salen de su comunidad, y las que sí lo hacen acaban prostituyéndose porque aún así deben seguir contribuyendo con dinero a su comunidad.

Cuando estuve en Tierra Blanca se me partió el alma al ver a una niña que no debía tener más de 13 o 14 años con su bebé dándole de mamar. le hice una foto que pensé le molestaría. Todo lo contrario, me sonrió mostrándome orgullosísima a su niño.

Asistí a una de esas clases de sensibilización, en las que los niños varones no son invitados porque los padres de las niñas no ven con buenos ojos actividades entre hombres y mujeres... pero me pregunto... ¿si sólo se sensibiliza a las mujeres, habrá cambio posible hasta que los hombres no se sensibilicen también?, quizás sí, pero mucho más lentamente. Tula Salud está de acuerdo y lucha por impartir estas charlas tanto a niños como a niñas.

Otro de los problemas y de las numerosas muertes por parto es que las mujeres se niegan a ir a un hospital. Tienen miedo. No hablan el mismo idioma. Y en el hospital no les dejan parir en vertical. Tula Salud ha cambiado eso. Ha conseguido que el hospital de Cobán, capital de la provincia de Alta Verapaz tenga a comadronas indígenas que hablan la lengua Maya, que visten como el resto de comunitarios (como les llaman en Guatemala), y que conocen sus costumbres, asistan a los médicos en los partos. De esa manera se ha conseguido que muchas de estas mujeres vayan al hospital. Estuve en la sala de partos en vertical, y es desoladora, todo el hospital lo es. Unas cuerdas deshilachadas donde la parturienta debe agarrarse mientras pare.

Al ver ese hospital, te das cuenta de la suerte que tenemos algunos pocos y otros muchos se mueren en la podredumbre. Los médicos por el contrario seres encantadores, siempre con una sonrisa en la cara, encantados y orgullosos de sus proyectos y de que alguien se interese por ellos. 

Pero volviendo a mi día en Tierra Blanca. Tras la maratón de alpinismo, una saludable comida con la comunidad indígena que habían preparado en mi honor. Un suculento caldo de gallina clueca con trozos de la misma flotando. Ummm, yo solo pensando en ese agua, ¿de donde vendría?, pensé en mi futura diarrea, convendréis conmigo que en estos viajes una buena diarrea es de lo peorcito que te puede pasar... aún así hice de tripas corazón y me lo comí.

- Lisensiada Violeta, le gusta.
- Ummmm Buenísimo...

Y la verdad es que malo no estaba... los trozos de gallina flotantes con piel daban un poco de asquito, pero no estaba malo....  ¡¡¡Ay mi diarrea!!! ¡¡¡que voy a hacer!!!!

No se si me ha quedado algo seria esta primera entrada de anécdotas de mi viaje, pero es que en los 3 días en los que he convivido con Tula Salud no he dejado de sentir un cierto remordimiento, una vergüenza interna que me cuesta confesar por el claro contraste que existe, el contraste entre su mundo y el mío,  mis tormentos, angustias, inseguridades, llena de preocupaciones por si llego a final de mes, por si debo vivir aquí o allá, por si el cine es el camino correcto o ha sido el mayor error de mi vida, por si, por si, por si.... 

No es la primera vez que me pasa, y seguro que todos vosotros habéis pasado por similar vergüenza si es que habéis viajado por países menos privilegiados. Pero es que la vergüenza no es haber tenido más suerte, no. La vergüenza es saber, y ya por experiencia, que al volver de uno de estos viajes, con las pilas cargadas de buena energía, con ganas de ayudar y múltiples promesas de que retornarás, de que ahora tu vida dará un giro, porque esto no puede seguir así. La vergüenza es saber que al volver sólo harán falta unas pocas semanas, quizás un mes para que la energía demoledora del primer mundo te arrastre y contigo arrastre todas esas buenas intenciones. Porque lo que sí tiene el primer mundo son distracciones, buenas y malas, y al final si sigues viviendo en él y de él, esas distracciones borrarán y desinflarán ese corazoncito que se te había hinchado al ver la miseria ajena. 

Lamentablemente no tengo la solución y no voy a ser tan ingénua, otra vez, de creer que ésta será diferente, lo que sí espero es poder sacar el máximo provecho del vídeo que he grabado y que Tula Salud pueda utilizarlo en su beneficio. Si consigo eso, por lo menos, y eso espero, la próxima vez que viaje no me sentiré tan avergonzada.


sábado, febrero 01, 2014

LLEGADA A GUATEMALA

Comienzo este blog parafraseando a mi gran amigo Don Solaris: 

"... este blog será sencillamente informar de mi paradero y, quizá, a forma de diario de bitácora, plasmar mis pensamientos... es posible que mi primer entrada en este blog pueda convertirse en la última. Haré lo posible por que no sea así, aunque sea porque estoy seguro de que al menos mi madre se sentirá mas tranquila leyendo lo que escribo..."

Tras su magnífico blog que relata el apasionante viaje en moto que hizo el año pasado de Nueva York a Usahuia, que sinceramente recomiendo leáis, http://newyorkushuaia.blogspot.com/ no puedo dejar de sentirme algo intimidada al empezar éste mío.

En fin, inseguridades a parte. Mi intención es, mediante este blog no tener que repetirme en mis innumerables aventuras que espero me sucedan en este viaje y así contarlo una vez y solo una.

Hoy he llegado a Guatemala, la ONG Tulsa Salud me ha enviado a un conductor que me ha paseado por medio país. Literalmente. 

La primera parada, un "saludable" almuerzo en un MacDonals-macAuto. Adiós a mi magnifica dieta. Para seguidamente ir a grabar a un centro de salud. Un largo día que ha pasado de la multicolor y alegre Guatemala de día, a la otra cara de la moneda, la oscura Guatemala. Múltiples sombras que caminan en medio de la carretera siempre con ojos de sospecha. Parece que aquí los gatos se tornan pardos al caer la noche.

Finaliza aquí esta primera y cortísima entrada, simplemente para anunciar al mundo que estoy viva y a salvo tras: comer con indígenas, casi despeñarme por las montañas guatemaltecas, y haber tenido que dar un pequeño discurso ante más de 160 alumnos de nutrición infantil.... (Prometo explicar cada uno de todos estos eventos con más detalle) ¡Y sólo han pasado dos días!

Continuará......