martes, marzo 18, 2014

LA MALDICIÓN DE UTILA

En mis anteriores entradas he tratado de expresar alguna que otra reflexión sobre el contraste cultural entre el que ha sido mi mundo hasta ahora y este nuevo mundo que estoy descubriendo, las Américas. 

Pero esta vez me temo que la musa no me ha visitado, como dice Fito "La musa viene y va" y no he encontrado nada más interesante que explicar las fantásticas vacaciones que me he pegado en la isla de Utila. Si esperabais algo revelador, os invito a dejar de leer de inmediato. También si sois conocedores del mundo del buceo, porque me temo os aburrirá soberanamente este texto. Ahora, eso sí, han sido unas vacaciones que me han revelado mucho de mi, que en definitiva es lo importante, unas vacaciones liberadoras que necesitaba, que han despejando algunas dudas, no todas, sobre mi futuro.

Pero como escribir es RE- escribir, al hacerlo, me doy cuenta de que no me parece nada interesante este relato, así que para los que seguís leyendo intentaré ser breve y que disfrutéis de las pocas fotos que he hecho (cuando uno está de vacaciones tiende a vaguear). 

Cada vez me parece más y más una pérdida de tiempo escribir éste blog. ¿A quien le interesa mis vacaciones? Pero es que en su día no escuché a mi amigo Javi cuando empecé a escribirlo: "Violeta, no sabes en lo que te metes... un blog hay que cuidarlo y mimarlo..."  Qué razón tenías Javi, pero ya es demasiado tarde, una vez empezado me siento en la obligación de terminarlo, por mucho que me pese.

Tras cruzar medio Centroamérica, otra vez, llego a la estación de autobuses de San Pedro Sula, Honduras, la ciudad, dicen, más peligrosa de Centroamérica. He estado en unas cuantas de esas, cada vez que llego a un país nuevo es el título que le ponen a su ciudad los lugareños. Me bajo del autobús después de 12 horas de viaje y como era de esperar no hay nadie esperándome en la estación, mi intuición ya me lo decía, no se por qué pero había una alarmita en mí que me avisaba de que la ONG con la que había contactado en Honduras no era como las demás

Espero unos minutos y llamo a Humberto, el encargado de la ONG en San Pedro Sula y quien me tenía que venir a buscar. Estuve hablando con él los días anteriores para que no hubiera ningún problema, no quería estar ni un minuto más sola en esa ciudad.

Humberto parece hasta sorprendido de mi llamada y de que haya llegado a Honduras, lo que hace que me ponga más nerviosa todavía. Su voz pausada, -- eh...ummm...eh...-- como no entendiendo nada de lo que le cuento me enerva.

- Qué significa que tienes que organizar mi recogida… todavía.
- ¿Pero dónde está usted?
- ¡Cómo que donde estoy!, en la estación de autobuses de San Pedro Sula, tal y como hablamos ayer y antes de ayer…


Vistas desde el Paradise Divers, Utila

Media hora después me recoge Humberto con Michaele, una jovencita con cara de susto al ver mi careto de mala leche. Al subirme al coche no puedo evitar contestar con monosílabos, de lo contrario el furioso volcán que llevo dentro, latente y en calma la mayor parte del tiempo gracias a un arduo trabajo de meditación, reflexión y ejercicios de respiración profunda como numerar hasta perder la cuenta, explotaría y lo más probable es que Humberto parara el coche en seco y me dejara en cualquier cuneta hondureña.

- Pues sí que pesa la mochila… ¡Qué lleva dentro! – Me dice Humberto.
- Dos meses y medio de trabajo – Contesto
-        
Me dejan en el Hotel que es muy sencillito pero decente y quedamos al día siguiente a las 8,30 am para empezar a grabar.

8:30 am – Preparada y lista para trabajar. Después de unos días de descanso en Ometepe me apetece volver al ruedo.

9:00 am – Nadie ha llegado todavía, charlo con la recepcionista del hotel sobre platos típicos españoles.

9:30 am -  A la recepcionista le encanta la idea de hacer una tortilla de patata, se apunta mi receta. Yo le sugiero mire la receta por internet para asegurarse de no cagarla. Nadie ha venido a por mi.

10:00 am – Curiosamente encontramos, la recepcionista y yo muchísimas recetas españolas interesantes en youtube. Nadie ha venido a buscarme. Yo respiro hondo y sigo contando para que no despierte el volcán que amenaza con despertar.

10:30 am – Lo que más le gusta a la recepcionista es la idea de mezclar el gazpacho, la fabada y la tortilla de patata en un mismo plato. Intento explicarle que hay mejores platos a combinar. Miro el reloj. Meditación profunda.

11:00 am. – Acabo mi meditación profunda. Pregunto a la recepcionista, para no precipitarme, si aguantar 3 horas de plantón es suficiente. Ella asiente.

                                 Hotel Zula
Decido ir a mi cuarto y considerar que me han dado el día libre. No hay mucho que hacer en San Pedro Sula mas que dejarte matar, dicen aquí, parece que los lugareños se enorgullecen de la violencia de su tierra. Hay un hotelazo cinco estrellas cerca de mi hotel con piscina y wifi en el que puedo pasar todo el día, el Hotel Zula. Me parece buena idea ir a pasar el día allí y estar un poco a salvo y tranquila. Suerte que mañana por la mañana ya me reuniré con Eli y Eva.

Bikini y pareo en mano salgo de mi hotel alegremente. En la puerta, el coche de Humberto que ha decidido venir a buscarme. Con una sonrisa de oreja a oreja (son las 11:30 am):

- ¿Pero a donde va?
-        
Me giro, muy, pero que muy lentamente, porque los movimientos rápidos podrían provocar la erupción de mi volcán, decido no hablar para no exaltarme y simplemente levantar los hombros.


No merece la pena explicar más de lo ocurrido, quedé con Humberto en que yo iría a esperar al Hotel Zula hasta que él acabara unos asuntos, luego vendría a por mi para grabar. Hoy, quince días después todavía sigo esperándole.
                                                                                   Eva y Maria... dulces sueños
Me está gustando mucho esto de viajar sola, es nuevo para mi, pero he de decir que prefiero viajar con gente. Cuando por fin me reúno con Eli y Eva nos contamos lo que nos ha ocurrido en estas semanas que hemos estado separadas, reímos. Es verdad que viajando sola haces en todo momento lo que te plazca, sin darle cuentas a nadie y esa libertad es fantástica, además te abre muchas más puertas a la hora de conocer a gente nueva, pero por otro lado compartir un viaje con amigas es mucho más divertido, recuerdas los momentos y situaciones comprometidas y te sigues riendo y riendo... Se apunta también al viaje de Utila Maria, una nueva voluntaria que ha llegado a Livingston. Nos esperan 4 horas de bus y hora y media en barco hasta llegar a la isla.

El barco hasta llegar a Utila es horroroso, un catamarán de esos en los que te encierran a cal y canto, huele mal y ya desde el primer momento al entrar te entregan una bolsa de plástico para poder vomitar a gusto. Eli se pasa todo el camino cogida de mi mano porque siente pánico a que nos hundamos. Yo le prometo que la rescataré la primera, que nado muy bien. La realidad es que si ese catamarán blindado se hundiera no habría forma de escapar... "Eli, no te preocupes, yo te rescataré".

Nada más pisar Utila me encanta. Es cierto que es muy turística, pero por alguna razón me sigue gustando a pesar de eso. No hay coches, solo carritos de golf que pasean por la única calle que hay en el pueblo de lado a lado gritando: ¡Taxi, Taxi! Cogemos uno para llegar hasta la escuela de buceo. Apelotonadas con las mochilas y maletas nos mondamos de la risa, la isla tiene algo especial pero no sabemos muy bien qué es... todavía... luego nos contarán que se trata de la maldición de Utila.


                                   El Pelao y Pisa   
La escuela de buceo "Paradise Divers" tiene un lema en su logo "un estilo de vida" y lo cierto es que ese estilo me encantó desde el principio y es el que me ha enganchado al buceo. Está regentada por dos españoles "El Pelao" y "Pisa". Dos juerguistas de mucho cuidado pero que como instructores son muy pero que muy serios. Suelo ser muy estricta con mis profesores y he de decir que ambos pasaron las mil y una pruebas que les puse para cerciorarme de que eran merecedores de mi confianza. 


En principio yo no iba con la intención de apuntarme al curso de buceo, pero por alguna razón y sin pensarlo, decidí hacerlo. Creo que el propósito que me auto-impuse en este viaje lo estoy cumpliendo, el de dejarme llevar, dejar que las cosas sucedan, agarrar lo que me interese y desprenderme de lo que no sin planearlo.

La escuela está repleta de españoles, algún que otro francés y curiosamente bastantes austríacos. El ambiente es muy familiar y divertido. Dos pisos llenos de cuartuchos con alguna que otra cucaracha, eso si, siempre silenciosa con la que hay que compartir habitáculo, pero que a nadie le importa porque ¿Quién va a Utila para estar en un hotel de lujo?. Es posible que no te asignen un cuarto fijo, es fácil que te muevan de uno a otro dependiendo de la gente que va llegando nueva, yo estuve en tres diferentes y he llegado a tener hasta 5 compañeros de cuarto diferente sin contar mis queridas cucarachas.

Los dos pasillos llenos de habitaciones que están cubiertos por sus respectivos porches están repletos de hamacas donde la gente se tumba a disfrutar de las vistas, relajarse y socializar. Es lo mas parecido a un gran hermano, en todos sus sentidos, pero al aire libre porque la verdad no hicimos otra cosa que bucear, tumbarnos en las hamacas y como mucho pasear por la única calle que hay en Utila. ¡Esto si que es vida!

La primera vez que me tiro al agua con el equipo de buceo creo que voy a ahogarme. Yo que me las daba de gran "loba de mar". Yo y el mar... uña y carne, decía. Yo que no le temía al agua, ¡que nado tan bien!... pensé que no podría continuar el curso. Luego recordé el dinero que me iba a gastar en él y se me quitó de golpe cualquier tipo de angustia que pudiera tener.

El primer día tras unos ejercicios básicos tales como quitarse la mascara a 3 metros bajo el agua, volvértela a poner y sacar el agua de dentro tal y como nos habían enseñado en las clases teóricas (todo esto sin salir a la superficie, claro), nos bajan ya a 10 metros. La increíble impresión que me dio al ver esa ficticia pared de mar sobre mi, la superficie, allí, a lo lejos a modo de techo, barcos navegando sobre ti, peces nadando alrededor tuyo, nunca se me olvidará. No solo me quedé prendada de Utila, sino que inevitablemente también del buceo. El mar siempre ha sido el medio en el que me he sentido más cómoda y el buceo completa ese amor profundo que siento por él.

El segundo día ya bajamos a 18 metros. Paredes de corales, nadar junto a Mata-rayas, tortugas gigantes, peces de todos los tipos y colores... Es como estar en otro mundo, prácticamente solo escuchas tu respiración pausada, sientes una paz interna difícil de describir, es pura meditación.




Las prácticas se complican. Bajo el agua nos tenemos que quitar por completo todo el equipo, chaleco y tanque de oxígeno incluido y luego volvértelo a colocar. Lo hago sin problema, no tengo miedo, me lo quito con cuidado, mantengo el equilibrio y la flotabilidad que es lo más complicado pero al volvérmelo a poner se me suelta el lastre (un cinturón de plomos). Sin él subes a la superficie como un globo en cuestión de segundos, lo cual es muy peligroso porque en el buceo es muy importante, una vez que has bajado a ciertos metros, subir muy poco a poco, de lo contrario podrías entrar en descompresión. Empiezo a subir pero aviso a Pelao que rápidamente se da cuenta y me agarra por la pierna. Me enorgullece decir que no entré en pánico pero la experiencia me sirvió para asegurarme de que el cinturón estuviera siempre bien atado.
                                                                                        Yo en pleno Zen
Mi único problema en los dos primeros días fueron mis oídos, difíciles de ecualizar. El tercer día decido drogarme con Espidifén, remedio para casi todo. ¡Oh, gran dilatador que ha ido engañando a mis oídos!. Me tiro al agua y ¡zas!, que gusto bajar los 18 metros como un rayo casi sin darme cuenta, que gusto estar solo preocupada por observar la fauna y flora marina del caribe mientras escucho mi respiración, que paz. En ese momento, bajo el agua, decido que quiero hacer el siguiente curso de buceo: el Advance.

La maldición de Utila: quien entra en la isla no logra salir. ¡¡Y es que se está tan a gusto en la isla!!! Decírselo a María y Eli que perdieron el barco de regreso y Utila les regaló un fantástico día en una playa paradisíaca, o a Matías que vino para hacer el curso de Advance y se ha quedado para hacer el siguiente o a Samba que vino para unas semanas y ahora me cuenta que no sabe cuando regresará. Para no ser menos Eva y yo, decidimos quedarnos unos días más y llevarnos a casa el título de "Divers Advace". Ya nos advirtieron al llegar que el buceo es adictivo y es cierto, quizás sea por la cantidad de Nitrógeno que se queda tu cuerpo tras cada inmersión, aunque dicen que tu cuerpo lo expulsa, yo he visto un cambio en mi desde entonces y no se me ha quitado todavía. Lo mismo sigo con Narcosis. 

El Paradise es como una gran familia, los Viernes se suele hacer barbacoa y hacemos fiesta en la misma escuela. Vaya semanita de vacaciones. Eva me está comiendo la cabeza para que me especialice en fotografía submarina y nos vayamos a Tailandia, otro de los sitios más baratos para hacer buceo... Ummmmm.... no me parece mal plan ese... Me gusta el buceo, la fotografía me apasiona, viajar ya no digamos..... ¡Por qué no!

                                                                                            Pisa con la cabeza del capitán
En el segundo curso ya bajamos hasta 30 metros y también buceamos en nocturno. Visitamos un barco enorme hundido. Me sentía tan bien entrando y saliendo por todos los recovecos de ese gran barco, ver la sala de máquinas, la sala del capitán con su supuesta cabeza allí atada a unas cadenas para poder asustar a los buceadores que vienen a visitarle, que se me olvidó una de las reglas más importantes del buceo. Comprobar el aire que te queda en el tanque. Cuando salgo del barco, toda feliz, a 30 metros, Pisa me pregunta que cuanto aire me queda y con horror veo que ya estoy por la mitad de la reserva. Eso significa que solo me quedan 2 minutos de aire. No me pongo nerviosa, eso es bueno, confío mucho en Pisa. Él con cara de cabreo, lo vi en sus ojos tras las gafas de buceo, me agarra y me da su regulador de aire externo para respirar de su botella. Me indica que me agarre a él y me sube poco a poco a 5 metros donde tenemos un tanque de seguridad para estos casos. 
Lección aprendida, y para siempre, en ninguna de las inmersiones se me ha vuelto a olvidar comprobar mi aire.


En la inmersión nocturna entramos en una cueva larguísima, era muy estrecha así que había que nadar muy cerquita del suelo para no enganchar la botella con el relieve de la cueva. Ahí en ese momento supe que el buceo me apasiona, no sentí miedo, todo lo contrario, me encantó. Bucear de noche es lo más parecido, supongo, a estar en la luna. Flotando en la oscuridad con la sola luz de tu linterna y la de tus compañeros.

Un día hicimos un partido de Frisbee a 10 metros de profundidad. Es una mezcla de fútbol americano, rugby y basket. La regla es que todo vale, incluso quitarse el regulador de aire, las mascaras, hinchar el chaleco del contrincante para que  flote... Solo se puede caminar sobre el fondo, no nadar. Es como jugar a cámara lenta, tratas de correr y no te mueves.

Otro de los ejercicios muy interesantes era bajar por ejemplo a 18m, darnos una fruta y comérnosla. Luego en la superficie teníamos que decir que fruta era. Ni el aspecto ni el sabor eran el que creías bajo el agua. Yo creí que comía un melocotón. Al final resultó ser un tomate. Bajo el agua vi claramente la piel oscura y aterciopelada del melocotón, la carne era anaranjada y mi mente decidió darle su sabor a melocotón. 
                                                                                                    Pisa y su flotabilidad
Utila tiene pocos restaurantes, uno de ellos es Mama Rosa, la dueña se sienta las 24 horas del día en la misma silla, frente a la caja, a veces con una sonrisa a veces con un gesto de "no me toques los cojones". Su carta está en Inglés, pero no en un inglés cualquiera, sino en el suyo propio y que lo entienda quien quiera. Ella lleva toda la vida allí y nunca ha tenido ningún problema con eso.

- ¿Perdone, la hamburguesa con "Mashoooms"?, son en realidad Mashrooms o es otra cosa?
                                                                              
Ella me mira sin entender.
- ¿"Mashoooms" se refiere a Setas no?
Ella no me contesta. No entiende.
- Champiñones....
- Si, claro que son champiñones, ¿no lo ves?, lo pone ahí...

                                                                                   El bote de las propinas dice tal que así.
Utila tiene una mezcla extraña. Hondureños indígenas y americanos de varias generaciones que prácticamente no hablan castellano y descendientes de piratas. 

El capitán que lleva nuestro barco es uno de ellos, se llama Farrow y es el tipico capitán de barco borracho y con mala leche, tanta, tanta mala leche que en nuestra segunda inmersión, cuando subimos a la superficie, nos dejó tirados en alta mar al atardecer lloviendo y con unas olas del copón. Tuvimos que nadar una media hora hasta el barco. No le dio la gana de venir a buscarnos y no vino.

Qué bien me ha sentado Utila, conocer a tantísima gente, el buen rollo de todos en el Paradise Divers. El buceo es un deporte de compañeros, eso te lo enseñan el primer día, porque es muy probable, como me ocurrió a mi, que le necesites para salvar tu vida, es más está prohibido bucear solo, así que mas te vale llevarte bien con quien te acompañe. Quizás por eso la buena onda, como dicen aquí, del Paradise. Con cariño recuerdo la generosidad de Samba al enseñarme los distintos peces que encontrábamos y las carcajadas subacuáticas a 30 metros que nos entraban, los líos que nos armábamos Matías y yo al pasarnos la cámara subacuática para hacernos fotos mutuamente, a Jordi y el partido de frisbee que ganamos a Eva y Matías quienes nos deben unas cervezas todavía, la toalla de hello kitty de Fer, el musculman de la escuela, a Luis que nos vigilaba tan atentamente bajo el agua, la mágica sesión de Reiki de Xochitl, la resaca de Melanie, los cotilleos de Rafa y la paciencia de Pisa y Pelao para explicarnos las tablas de buceo. ¡Qué horror!

En Utila creo haber encontrado una pequeña luz que puede que me indique el próximo camino a seguir, por eso, aunque llena de turistas, no deja de ser un sitio muy especial al que seguro regresaré.


2 comentarios:

  1. ¡¡¡Que noooo!!! Que escribir blogs es una cosa súper divertida... :-D

    A mí me gusta leerlo, así que no pares. ;-)

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  2. que envidia violeta, todo el buceo y la pandilla de supercompañeros!!!las tortugas son emocionantes yo las ví con Carltoa en el Caribe. Me encanta tu blog, Cris

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