jueves, abril 10, 2014

LA CIUDAD MÁGICA, LA HABANA

La llegada a Cuba fue algo aparatosa, tras dos horas de interrogatorio en la aduana, consigo salir del aeropuerto. Todo mi equipo fotográfico hacía sospechar que yo pudiera ser el enemigo.

En estos días he podido charlar con muchos cubanos. Cubanos de la calle, cubanos con mejor poder adquisitivo, artistas, empresarios, trabajadores… Todos coinciden en una cosa: Aman su país, ninguno está de acuerdo con la política que lleva Fidel y todos, absolutamente todos, primero miran a un lado y a otro y bajan la voz antes de hablar. Todos coinciden que el gobierno actual nada tiene que ver con los ideales de la revolución, que la situación actual es una auténtica traición y todos coinciden en que Cuba es otro mundo, un mundo sin sentido. Porque aunque abandere los ideales comunistas-socialistas, todos opinan que Cuba es un país capitalista más pero sin saber muy bien, todavía, como funcionar.

En Cuba no hay nada, nada de nada, el cubano es tratado como un ser de segunda clase mientras el turista obtiene todos los privilegios. A pesar de eso, el cubano, sea de donde sea, tenga el dinero que tenga, es un ser cultísimo, algo que me sorprendió dado el control que hay por parte del gobierno a cerrar todo tipo de comunicaciones, me sorprendió lo mucho que sabe el cubano del exterior. Y es que aquí se cumple la triste regla de que las potencias más poderosas son las que menos interés tienen en saber de otros países menos desarrollados. EEUU, la primera potencia mundial y el más ignorante de todos, nos reímos los españoles con sus constantes meteduras de pata, pero es que lo mismo se ríen los cubanos de la incultura de los españoles que creemos saberlo todo sobre nuestros primos hermanos cubanos y en realidad no tenemos ni idea.

Una preocupación constante del hombre cubano cuando conoce a una extranjera es demostrar que él no es un “jinetero”, no voy a explicar la expresión porque creo que todos la conocemos.

El Cubano, o por lo menos los que yo he conocido, siente una cierta vergüenza por la conocida fama de que en cuba el turista viene solo a follar (ellos y ellas). Por eso cuando se te presentan casi lo primero que te explican es que ellos no son jineteros, que no quieren nada de ti, no quieren tu dinero ni que les regales nada. Más bien me resultaba complicado que ellos no me invitaran constantemente a todo.

Mi amigo Lester me comenta que hasta hace poco él odiaba a los españoles. Para él, el español es un cuarentón, gordito y calvo que viene a follar y a gastarse la plata con una cubana que le reirá todas las gracias. Lester siente vergüenza y yo más. Le comento que hace unos días vi esa misma situación, un españolito de a pie, el típico, cuarentón, gordito y calvo le contaba batallitas a una cubana de bandera que, efectivamente, le reía las gracias y le daba mimitos en un restaurante. Yo en la mesa de al lado escuchaba la cantidad de estupideces que él contaba y observaba las artes interpretativas de la actriz cubana. Creo que no sentí tanta vergüenza de ser española desde que Aznar se hizo la famosa fotito con Blair y Bush para celebrar la guerra de Irak.

Al jinetero se le reconoce fácilmente, a ellas también. Por lo general van vestidos de Armani, te miran de otra manera. Desde luego a mi no se me acercaban, tras dos meses de viaje sin poder lavar la ropa decentemente era evidente que un jinetero no iba a conseguir mucho de mi.


Esta pareja me enseñó su casa por un par de dólares, las condiciones en las que viven no son ni fotografiables, no recuerdo haber visto nunca una situación tan lamentable, viviendo en una casa completamente en ruinas, entre escombros.

Existen dos habanas muy diferentes. Una parte muy turística asquerosamente limpia y fachada de una realidad que no existe y otra parte metáfora de la situación real. Cuba poco a poco se derrumba.

En Cuba se aplica constantemente aquello de “La Excepción que confirma la regla”, salvo que la regla nunca se confirma. Todo lo que aprendes, es muy probable que lo tengas que desaprender al día siguiente, pero los cubanos nunca se pierden entre tanta regla y excepción.





                                         Taxi barato
Por ejemplo los taxis. En la Habana hay dos tipos de taxi, unos caros que suele utilizar el turista y otros baratos. Los caros se supone que te llevan donde les indiques, y ese taxi está a tu disposición hasta que te bajes de él, pero es muy probable que en algún momento dado se te suba alguien, o que la norma cambie y te encuentres con un taxi de los caros y se convierta en uno de los baratos. Para distinguir los caros de los baratos solo hay que ver el modelo de coche. Si es de los más antiguos tipo años 50 es de los baratos. Pero éstos es posible que se conviertan en caros en un momento dado. Los taxis baratos tienen una ruta fija, suelen ir solo por las avenidas principales y nunca se desvían, aunque también es probable que te topes con alguno en calles secundarias, todo depende del momento.

Pues así con todo. Estar en Cuba es como vivir en una burbuja detenida en el tiempo, es como estar de repente en una película de los años 50, estar en Cuba es lo más parecido a flotar perdido en el espacio, tanto te puedes encontrar del derecho como del revés.

Aquí todo es fácil pero a la vez inversamente proporcional a lo difícil que es conseguir algunas cosas, como por ejemplo una botella de agua. Alguien imaginaría que es de las cosas más sencillas de encontrar, siempre y cuando no te encuentres en mitad de un desierto, claro. Pues aquí parece que el agua debe tener su propia ley seca, es probable que una cafetería o restaurante no venda agua, pero en otras sí, o que solo vendan agua pero con gas y no natural. Lo mismo en las tiendas de comestibles, algunas venden agua, otras no.

O por ejemplo Internet. En teoría solo pueden disponer de servicio de internet las empresas extranjeras y hoteles. Los cubanos no pueden contratarlo, solo pueden ir a casas de internet donde la red está controlada por el estado y por supuesto ¡olvídense de bajarse ningún tipo de información!. Muchas de las páginas están vetadas y no puedes acceder a ellas. Los extranjeros sí pueden contratar una línea de internet pagando una suma alrededor de los $200 al mes por 125Kps de velocidad, es decir, la mitad de lo que teníamos en nuestros inicios cuando nos conectábamos por teléfono que creo eran 250Kps.

El extranjero no puede, en principio, contratar una línea de teléfono, solo los ciudadanos cubanos, pero sólo pueden contratar una y nada más que una línea por lo que entre extranjeros y cubanos se las apañan para intercambiar sus contratos. Aún así, con esos precios, el cubano de a pie no podría jamás pagarse una línea de internet. Tampoco os podéis fiar mucho de estas líneas porque cada cubano te explicará una versión diferente del asunto, porque tras cada regla existe su excepción que la confirma, o que no la confirma, todo depende.

En Cuba existen dos tipo de monedas: Los CUC que es para los turistas y la moneda Nacional que es para los Cubanos. También hay restaurantes para unos y otros, se distinguen por la moneda que usa. Para que os deis cuenta de la diferencia. Una pizza en un restaurante CUC vale entre 2 y 4 dólares. Una pizza en un local cubano 25 céntimos de dólar.




Los primeros días, como buena turista, cometí el error de ir a los restaurantes CUC, evidentemente eso cambió en cuanto empecé a conocer a cubanos que me enseñaron cómo se vive aquí gastando siempre menos de 1 dólar en cada comida, pero es cierto que en los restaurantes que frecuentan ellos la comida que se sirve es muy básica sándwich de jamón, de tortilla y Pizza.

Una curiosidad cubana: por matar una vaca te pueden echar entre 20 y 30 años de cárcel. Por matar a un hombre unos 10 años. La comercialización de la carne de Res está prohibida y solo la controla el estado. También existen cartillas de racionamiento. Algunos elogian esta medida porque dicen que de esa manera ningún cubano pasa hambre, la realidad es muy diferente, la realidad es que si es cierto que te dan comida, pero la cantidad para una semana no llega ni a la mitad de un día de comida. Desgraciadamente algunos cubanos sí pasan hambre.

Una vez sabido los entresijos de las leyes propias de la Habana, el resto es coser y cantar. Mi primer día en Cuba ya consigo una acreditación completa al festival de cine joven de cuba que se celebra justo en los días en que estaré ahí. Me sorprendió la critica brutal de la mayoría de las películas al gobierno de Fidel, es cierto que los cortos menos controvertidos se expusieron en la inauguración que es cuando más gente hay, pero el resto de la semana se exhibieron un bombardeo de críticas, increíble cuando sabes que el festival está financiado por el gobierno.

El segundo día consigo comer con uno de los directores de cine más conocidos de Cuba Ian Padrón y su padre, el Walt Disney cubano, Juan Padrón. El tercer día una cosa me lleva a la otra y me invitan a un curso de fotografía de Pedro Abascal, uno de los fotógrafos más reputados de Cuba quien me deja asistir a sus clases gratis. Gracias a eso conozco a Lester un poeta donde los haya que me invita a asistir a sus reuniones con otros artistas de distintas disciplinas con lo que voy cada día conociendo a más y más gente. 


                                                                                                                     David
Ya para el cuarto día camino por la Habana vieja y en cada esquina me van saludando unos y otros, para el cuarto día ya me siento una cubana más. En mi quinto día organizo un rodaje para un videoclip, el artista un chaval de enorme talento. David tiene veintipocos años, viene de un pueblo en medio del campo cerca de Santiago de Cuba. Me cuenta que él y cualquier cubano que no sea de la capital, necesita un permiso de residencia para estar en la Habana. David se gana la vida como trovador recibiendo alguna limosna que otra de los turistas pero tiene una sensibilidad que solo los genios poseen. Pablo Milanés le escuchó cantar y le ofreció grabar una demo completamente gratis en su estudio. Yo le escuché y se me erizó la piel, así que en los días siguientes entre la grabación del videoclip, cursos de fotografía y el festival de cine sentí la habana como si fuera mi hogar.

La Habana me recuerda muchísimo a Nueva York. Sí, a la misma. Muchos ya se echaron las manos a la cabeza cuando lo dije en medio del la Habana vieja y seguro vosotros también, pero la energía artística que se respira aquí solo se puede comparar con mi amada ciudad. En cada esquina de la Habana hay arte, música, poetas, pintores. Los artistas underground se suelen reunir en 23 y G, una intersección de dos grandes avenidas. Ahí en la calle, la gente saca sus guitarras y entre canción y canción se leen poesías, se habla de política, de la situación o no situación de cuba, se habla del enemigo y de pasados fantasmas.

Entre unos y otros se retroalimentan mutuamente con un respeto que me impresionó. Cuando me invitaron a asistir a tales reuniones solo pude callar, callar y escuchar con la boca abierta. Artistas de la calle que apenas sobreviven con 5 dólares al día finalizan su día en 23 y G para conectarse con otros artistas, para crecer y poder continuar al día siguiente con sus quehaceres. 

La Habana me ha recargado, ha conseguido que me de cuenta de por qué decidí dedicarme a lo que me dedico, como la gran mayoría de ellos, a sobrevivir y tratar de dar rienda suelta a mi necesidad de expresar algo sin saber muy bien qué es. La conexión que he tenido en la habana con esos artistas callejeros hace ya mucho, mucho tiempo que no la sentía. Aquí en el “primer” mundo (y lo de “primer” lo digo con cierta vergüenza), se ha perdido la esencia del arte. Los artistas buscan solo ya el éxito facilón y banal, sin darse cuenta de que ese éxito es efímero, que se esfuma con la facilidad con que sopla el viento cambiando de tercio, casi sin darte cuenta. Los artistas del primer mundo no se dan cuenta de que tanta concesión a la venta de una obra solo conlleva a enturbiar la esencia, la razón de ser de la misma, por eso, hace ya mucho que la conexión con otros colegas desapareció, porque entre todos enturbiamos nuestra razón de ser y de actuar solo para conseguir un éxito que en realidad no existe, por eso en la Habana creo haberme encontrado un poquito, solo un poquito. Hace poco conversando con una gran amiga me aconsejaba que dejara de luchar, que podía hacer muchas otras cosas en vez de tratar de hacer cine. Por un lado le doy la razón, dejar de luchar por conseguir ese éxito efímero, facilón y banal, sí, pero mis amigos de 23 y G me recordaron que esto de la creación no se elige, uno crea o no crea, sin que eso sea mejor o peor, pero el que nace con esa necesidad muere con ella independientemente del éxito conseguido. 

                                                                                                                     Lester
Me despedí de la Habana y de mis grandes amigos artistas en una mágica noche. Yo ya estaba en la cama durmiendo, a las dos de la madrugada tenía que levantarme para ir al aeropuerto. Sobre las 23h. alguno de ellos andaba bajo mi ventana, tirándome piedrecitas para que despertara, exigiéndome que me vistiera y les siguiera. Una última noche de rumba. Completamente hipnotizada por su magia no lo dudé ni un instante, me vestí y allá que fuimos a 23 y G, nos sentamos en el suelo y guitarra en mano conseguimos que otros se nos unieran. Noche de rumba, boleros y poesía. David dice que no hay tiempo para lágrimas. Me despedí aguantando la emoción, bajando aquella avenida mientras escuchaba mi nombre en las letras improvisadas de las canciones de los trovadores cubanos que me llamaban brujita mágica. Gracias Gordo, gracias David, gracias Lester… Gracias trovadores y poetas, nos vemos pronto.

Ahora ya habiendo regresado a mi mundo me siento algo extraña, se que en un par de días volveré a la normalidad ya que el ser humano es animal de costumbres, solo espero que me quede algo de lo aprendido en este viaje, un consejo de mi amigo el poeta Lester: hay que aprender a desaprender. Espero que no se me olvide desaprender lo aprendido en este primer mundo, porque lo aprendido en el tercero me parece más interesante, más real, más humano. Espero no volver a enturbiarme y que esa esencia prevalezca para que quizás con el esfuerzo de algunos las cosas en este mundo mío tan enfermito por el ansia de dinero y de poder se vaya curando poquito a poquito.

Aquí finaliza, por el momento, este blog, que aunque feliz de poder lavar, por fin, mi ropa en una lavadora, y disfrutar de mi agua caliente y cama sin chinches ya sueño con el próximo viaje.



No hay comentarios:

Publicar un comentario