La llegada a Cuba fue algo aparatosa, tras dos horas
de interrogatorio en la aduana, consigo salir del aeropuerto. Todo mi equipo
fotográfico hacía sospechar que yo pudiera ser el enemigo.
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En Cuba no hay nada, nada de nada, el cubano es
tratado como un ser de segunda clase mientras el turista obtiene todos los
privilegios. A pesar de eso, el cubano, sea de donde sea, tenga el dinero que
tenga, es un ser cultísimo, algo que me sorprendió dado el control que hay por
parte del gobierno a cerrar todo tipo de comunicaciones, me sorprendió lo mucho
que sabe el cubano del exterior. Y es que aquí se cumple la triste regla de que
las potencias más poderosas son las que menos interés tienen en saber de otros
países menos desarrollados. EEUU, la primera potencia mundial y el más ignorante
de todos, nos reímos los españoles con sus constantes meteduras de pata, pero
es que lo mismo se ríen los cubanos de la incultura de los españoles que
creemos saberlo todo sobre nuestros primos hermanos cubanos y en realidad no
tenemos ni idea.
Una preocupación constante del hombre cubano cuando
conoce a una extranjera es demostrar que él no es un “jinetero”, no voy a
explicar la expresión porque creo que todos la conocemos.
El Cubano, o por lo menos los que yo he conocido,
siente una cierta vergüenza por la conocida fama de que en cuba el turista viene
solo a follar (ellos y ellas). Por eso cuando se te presentan casi lo primero
que te explican es que ellos no son jineteros, que no quieren nada de ti, no
quieren tu dinero ni que les regales nada. Más bien me resultaba complicado que
ellos no me invitaran constantemente a todo.
Mi amigo Lester me comenta que hasta hace poco él
odiaba a los españoles. Para él, el español es un cuarentón, gordito y calvo
que viene a follar y a gastarse la plata con una cubana que le reirá todas las gracias. Lester siente
vergüenza y yo más. Le comento que hace unos días vi esa misma situación, un
españolito de a pie, el típico, cuarentón, gordito y calvo le contaba batallitas a
una cubana de bandera que, efectivamente, le reía las gracias y le daba mimitos en un
restaurante. Yo en la mesa de al lado escuchaba la cantidad de estupideces que
él contaba y observaba las artes interpretativas de la actriz cubana. Creo que no sentí tanta vergüenza de ser
española desde que Aznar se hizo la famosa fotito con Blair y Bush para celebrar la guerra de Irak.
Al jinetero se le reconoce fácilmente, a ellas
también. Por lo general van vestidos de Armani, te miran de otra manera. Desde
luego a mi no se me acercaban, tras dos meses de viaje sin poder lavar la ropa
decentemente era evidente que un jinetero no iba a conseguir mucho de mi.
Esta pareja me enseñó su casa por un
par de dólares, las condiciones en las que viven no son ni fotografiables, no
recuerdo haber visto nunca una situación tan lamentable, viviendo en
una casa completamente en ruinas, entre escombros.
Existen dos habanas muy diferentes. Una parte muy turística
asquerosamente limpia y fachada de una realidad que no existe y otra parte
metáfora de la situación real. Cuba poco a poco se derrumba.
En Cuba se aplica constantemente aquello de “La
Excepción que confirma la regla”, salvo que la regla nunca se confirma. Todo lo
que aprendes, es muy probable que lo tengas que desaprender al día siguiente,
pero los cubanos nunca se pierden entre tanta regla y excepción.
Taxi barato
Por ejemplo los taxis. En la Habana hay dos tipos de
taxi, unos caros que suele utilizar el turista y otros baratos. Los caros se
supone que te llevan donde les indiques, y ese taxi está a tu disposición hasta
que te bajes de él, pero es muy probable que en algún momento dado se te suba
alguien, o que la norma cambie y te encuentres con un taxi de los caros y se
convierta en uno de los baratos. Para distinguir los caros de los baratos solo
hay que ver el modelo de coche. Si es de los más antiguos tipo años 50 es de los
baratos. Pero éstos es posible que se conviertan en caros en un momento dado.
Los taxis baratos tienen una ruta fija, suelen ir solo por las avenidas
principales y nunca se desvían, aunque también es probable que te topes con
alguno en calles secundarias, todo depende del momento.
Pues así con todo. Estar en Cuba es como vivir en
una burbuja detenida en el tiempo, es como estar de repente en una
película de los años 50, estar en Cuba es lo más parecido a flotar perdido en el espacio, tanto te puedes encontrar del derecho como del revés.
Aquí todo es fácil pero a la vez inversamente
proporcional a lo difícil que es conseguir algunas cosas, como por ejemplo una
botella de agua. Alguien imaginaría que es de las cosas más sencillas de
encontrar, siempre y cuando no te encuentres en mitad de un desierto, claro.
Pues aquí parece que el agua debe tener su propia ley seca, es probable que una
cafetería o restaurante no venda agua, pero en otras sí, o que solo vendan agua
pero con gas y no natural. Lo mismo en las tiendas de comestibles, algunas
venden agua, otras no.
O por ejemplo Internet. En teoría solo pueden
disponer de servicio de internet las empresas extranjeras y hoteles. Los
cubanos no pueden contratarlo, solo pueden ir a casas de internet donde la red
está controlada por el estado y por supuesto ¡olvídense de bajarse ningún tipo
de información!. Muchas de las páginas están vetadas y no puedes acceder a ellas.
Los extranjeros sí pueden contratar una línea de internet pagando una suma alrededor
de los $200 al mes por 125Kps de velocidad, es decir, la mitad de lo que
teníamos en nuestros inicios cuando nos conectábamos por teléfono que creo eran
250Kps.
El extranjero no puede, en principio, contratar una
línea de teléfono, solo los ciudadanos cubanos, pero sólo pueden contratar una
y nada más que una línea por lo que entre extranjeros y cubanos se las apañan
para intercambiar sus contratos. Aún así, con esos precios, el cubano de a pie
no podría jamás pagarse una línea de internet. Tampoco os podéis fiar mucho de
estas líneas porque cada cubano te explicará una versión diferente del asunto,
porque tras cada regla existe su excepción que la confirma, o que no la
confirma, todo depende.
En Cuba existen dos tipo de monedas: Los CUC que es
para los turistas y la moneda Nacional que es para los Cubanos. También hay
restaurantes para unos y otros, se distinguen por la moneda que usa. Para que
os deis cuenta de la diferencia. Una pizza en un restaurante CUC vale entre 2 y
4 dólares. Una pizza en un local cubano 25 céntimos de dólar.
Los primeros días, como buena turista, cometí el error de ir a los restaurantes CUC, evidentemente eso cambió en cuanto empecé a conocer a cubanos que me enseñaron cómo se vive aquí gastando siempre menos de 1 dólar en cada comida, pero es cierto que en los restaurantes que frecuentan ellos la comida que se sirve es muy básica sándwich de jamón, de tortilla y Pizza.
Una curiosidad cubana: por matar una vaca te pueden
echar entre 20 y 30 años de cárcel. Por matar a un hombre unos 10 años. La
comercialización de la carne de Res está prohibida y solo la controla el
estado. También existen cartillas de racionamiento. Algunos elogian esta medida
porque dicen que de esa manera ningún cubano pasa hambre, la realidad es muy
diferente, la realidad es que si es cierto que te dan comida, pero la cantidad
para una semana no llega ni a la mitad de un día de comida. Desgraciadamente algunos cubanos sí pasan hambre.
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El segundo día consigo comer con uno de los
directores de cine más conocidos de Cuba Ian Padrón y su padre, el Walt Disney
cubano, Juan Padrón. El tercer día una cosa me lleva a la otra y me invitan a
un curso de fotografía de Pedro Abascal, uno de los fotógrafos más reputados de
Cuba quien me deja asistir a sus clases gratis. Gracias a eso conozco a Lester
un poeta donde los haya que me invita a asistir a sus reuniones con otros
artistas de distintas disciplinas con lo que voy cada día conociendo a más y
más gente.
David
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La Habana me recuerda muchísimo a Nueva York. Sí, a
la misma. Muchos ya se echaron las manos a la cabeza cuando lo dije
en medio del la Habana vieja y seguro vosotros también, pero la energía
artística que se respira aquí solo se puede comparar con mi amada ciudad.
En cada esquina de la Habana hay arte, música, poetas, pintores. Los artistas underground se suelen reunir en 23 y G, una intersección de dos grandes
avenidas. Ahí en la calle, la gente saca sus guitarras y entre canción y
canción se leen poesías, se habla de política, de la situación o no situación
de cuba, se habla del enemigo y de pasados fantasmas.
Entre unos y otros se retroalimentan
mutuamente con un respeto que me impresionó. Cuando me invitaron a asistir a
tales reuniones solo pude callar, callar y escuchar con la boca abierta.
Artistas de la calle que apenas sobreviven con 5 dólares al día finalizan su
día en 23 y G para conectarse con otros artistas, para crecer y poder continuar
al día siguiente con sus quehaceres.
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Lester
Me despedí de la Habana y de mis
grandes amigos artistas en una mágica noche. Yo ya estaba en la cama durmiendo, a las dos de la madrugada tenía que levantarme para ir al aeropuerto. Sobre las
23h. alguno de ellos andaba bajo mi ventana, tirándome piedrecitas para que despertara, exigiéndome que me vistiera y les
siguiera. Una última noche de rumba. Completamente hipnotizada por su magia no
lo dudé ni un instante, me vestí y allá que fuimos a 23 y G, nos sentamos en el
suelo y guitarra en mano conseguimos que otros se nos unieran. Noche de rumba, boleros y poesía. David dice que no hay tiempo para lágrimas. Me despedí aguantando la emoción, bajando
aquella avenida mientras escuchaba mi nombre en las letras improvisadas de las
canciones de los trovadores cubanos que me llamaban brujita mágica. Gracias Gordo, gracias David, gracias
Lester… Gracias trovadores y poetas, nos vemos pronto.
Ahora ya habiendo regresado a mi mundo me siento algo
extraña, se que en un par de días volveré a la normalidad ya que el ser humano
es animal de costumbres, solo espero que me quede algo de lo aprendido en este
viaje, un consejo de mi amigo el poeta Lester: hay que aprender a desaprender.
Espero que no se me olvide desaprender lo aprendido en este primer mundo,
porque lo aprendido en el tercero me parece más interesante, más real, más
humano. Espero no volver a enturbiarme y que esa esencia prevalezca para que
quizás con el esfuerzo de algunos las cosas en este mundo mío tan enfermito por el ansia
de dinero y de poder se vaya curando poquito a poquito.
Aquí finaliza, por el momento, este blog, que aunque
feliz de poder lavar, por fin, mi ropa en una lavadora, y disfrutar de mi agua
caliente y cama sin chinches ya sueño con el próximo viaje.